domingo, 1 de agosto de 2010

El concierto de mi vida...




¿El concierto de mi vida?..., más bien el de mi muerte. Además no fue realmente un concierto, tan solo una reunión de amigos…

Ocurrió hace muchos años, más de los que tenéis cualquiera de vosotros..., y es que los señores de la noche, trascendemos del tiempo terrenal...


Era yo entonces un joven que empezaba a ganarme la vida, archivando el correo y llevando al día la contabilidad de la compañía de discos de Mr Phillis, un amigo de mi padre. El mismo día que estrenaba trabajo, mi padre me prestó su vieja Indian de color rojo en un gesto de confianza ante mi nueva responsabilidad. Me sentí una persona afortunada. Tenía una preciosa moto y en breve ganaría un buen dinero. Poco más podía pedir…

Así pasaban aquellos días en los que el gran Little Walter puso de moda su “My Babe”, cuando la tarde en que todo ocurrió, andaba ordenando unos papeles en la parte de atrás de la oficina e inconscientemente, mis pies empezaron a seguir rítmicamente los compases que venían de la sala de grabación situada en la habitación contigua. Atraído por aquellas notas electrizantes, no pude evitar acercarme, quedando extasiado con aquel ritmo que parecía salir de la misma boca del infierno.

En aquella acristalada estancia, un tarado de pelo rizado, destilaba la música más delirante que jamás ha existido, aporreando el piano y marcando machaconamente el ritmo con su bota sobre el entramado de madera del estudio. Mientras otro tipo, con el pelo grasiento sobre la cara, se desgañitaba cantando temas de los viejos “bluesmen”, interpretados como si el aguardiente cobrara forma de mujer en su estómago, meneando caderas y hombros hasta casi descoyuntarse. Junto a ellos, dos más hacían los coros; uno, con rarísimos zapatos azules y el otro punteaba su acústica con la tristeza del alma reflejada en su semblante.....

Aquel improvisado evento quedó casualmente grabado y hasta fotos se hicieron de recuerdo, apareciendo yo en una de ellas totalmente emocionado y sonriente, en el centro de los cuatro músicos a los que más tarde tildaron como “Cuarteto del Millón de Dólares”.

Volviendo a casa se me hizo de noche. Mis pensamientos, recordaban aquellos momentos repletos de viejas canciones como “Crazy Arms”,” Dónt Be Cruel”, “Paralysed” y tantas otras, que resonaban en mi mente y provocaban un tarareo distraído, mientras conducía la moto por callejuelas que atajasen mi regreso. Entonces todo ocurrió muy rápido…

Una densa niebla me envolvió atenazando todos mis músculos con un intenso frío. Ante la repentina falta de visibilidad pisé repentina y bruscamente el pedal de freno. La vieja moto derrapó sobre el pavimento. Una farola la detuvo, quedando la máquina, totalmente abrazada a ella. Me levanté como pude y sin salir aun del estupor causado por la caída, advertí, una extraña presencia que no pude ni vislumbrar.

Acto seguido sentí un ardoroso mordisco en el cuello, que llenó mi ser de placer sin sentir el más mínimo dolor, por lo que no puse resistencia. Cuando quise ser consciente de lo que ocurría, mi ser se estaba vaciando de mi antigua y humana vitalidad…, sencillamente, me fui dejando atrapar por lo desconocido. Ante mí pude ver el rostro de una bella mujer, ataviada toda de negro, que sonreía relamiéndose el labio superior. Lo último que recuerdo fue una gran luna cegadora con la que me sentí en armonía...

Desde entonces, salgo siempre cuando la luna brilla, buscando alguna incauta que calme mi sed y mi pasión, con el pretexto de compartir aquellos endiablados ritmos de la Sun Records.

También, tengo cierto gusto por la sangre fresca, odio los adobos con ajos y adoro los colores negro y rojo. Lo del pelo grasiento hacia atrás es en recuerdo de aquel día de rock and roll y porque es la única manera de ir peinado, pues no me reflejo en los espejos.

De la Indian quedó un grato recuerdo. Ahora piloto una moto inglesa que me da un aire… “más señorial y elegante”.

Lo extraño es que mi foto desapareció de los archivos de la compañía de discos; y más extraño aun, es que jamás consigo acordarme del nombre de aquellos cuatro tipos que de alguna manera cambiaron mi vida…y mi muerte.

Relato protegido por copiright

AUTOR: CARLOS MILLÁN LOBILLO

Audiciones recomendadas para acompañar la lectura:

- Narvel Felts: My Babe.

- Elvis Presley; Paralysed.

- Jerry Lee Lewis: Brathless

- Carl Perkins: Blue Suede Shoes.

- Bill Emerson: Red Hot

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Espacio para los comentarios que estimeis realizar. Agradezco de antemano todos ellos.